miércoles, 27 de agosto de 2014

colgado de un imperdible vago.


Colgado del imperdible vago de un te quiero plisado, pido con una vela apagada en los labios, que se vaya la luz, que me traigan la luna destilada en bazo largo con dos hielos de amargura, que me hundan en la penumbra de tus ojos azabache y a galope de unas huellas flojas sin herrar, reconozca en el tiempo tus besos ralos de bies blanco. Silencio, le pido al silencio, silencio, a la sombra de mi sueño de Averroes le dejo avisar a los bolsillos de mi calamidad y a la falda del faro de Maimonides me descalzo queriendo ver con su luz, tu pálido halo, arrinconado en la bañera del alicatado amarillo, entre las horquillas de tu pelo alborotado, me embriago de tu recuerdo de flor marchita por el dolor, de cómo me mirabas cuando no me veías, invisible a tu tacto, te sigo como un pez de color sol, el amor de las olas que se forman en el mar de nuestra bañera abierta al bravio océano oscuro, el de nuestro bajel pirata naufragado, unas braguitas blancas revolotean con alas de desamor cosidas a mi corazón, calendarios de arrugas alargadas, tragos de techos con platos llenos de jirones de soledad, me parece verte entre las entretelas de mi alma enredada, apesadumbrado, te espero todas las noches entre las cortinas de mis ventanas, en ellas me encanto como en una hoguera , quemando las ojeras de mi castigo me planto en una maceta de amor y te espero desolado buscando cada noche entre las sabanas de tu aparador, el espliego de tu boca. En un bólido de espuma blanda amanezco descarrilado, sin dolor.

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