Me cambié el traje sin espejos, pero la luz que
envuelve todo lo que toco me hizo luna y tejos, vestía lentejuelas de colores y
calzaba tacones de escalera, menstruaba flores en un abanico como de a cinco,
soñaba.... y su pecho descansó en mi hombro como un reproche intenso, carta de
agua, flor encaramada.
Y me pides versos de lluvia desigual, algo que no te
puedo dar, mi vida no me pertenece, es el sueño de un poeta ya muerto por la
oscuridad de sentirse libre y la locura de mi luz inunda por doquier el sin
sabor de la verdad, pues somos como esas huellas que se acaba llevando las olas
del mar, versos ralos, percances y constanzas sin preveer.
Sigue tu camino y vuela a tu destino y cuando escrutes
con la mirada de tu alma un suspiro, sedúcelo como si fuera el de un beso
perdido, por la consecución de un silencio de esperanza en un prodigio de luz
inconmensurable, que sepa decirte como el sólo brillo de una alhaja, ese sorbo
de verso en tinaja que hace que se quiebre el sol en tus ojeras y la luna en
creciente te conceda, un rebaño de aguas frías, en el cauce de tu ribera. Esa es la verdad que
buscaba un amor que seducirá tu sueño abierto a conjeturas de cerradora espina,
yedra roja que troncha ramos de flores que son lagrimas de acero, sólo dolor en
este pecho abierto, bórdame una corbata de silencio, desanuda mi piel en el jardín
del mar .
Me han asesinado como si fuera un suspiro del pasado
más presente, dos veces me han abierto como de reducción a la nada, sus manos
se han adentrado buscando esta alma, que conlleva libertad y desesperación.
Siendo un posible casi imposible de defender, me han matado hasta por tres
veces, han descendido por el tobogán de plata de una madriguera con la luz de
una esfera de tres brillos, se han vestido con mi yo más barato y en sus ojos
de vacio intenso me he depositado como la conciencia de ser un estereotipo de
nostalgia, en el suelo de sus vidas me encuentro con una oscuridad tan escueta
como la noche de una mañana, sus besos parecen cartones de soportales con arcos
para columpiar niñas de jazmín, de rasgados ojos violetas, sus piernas con
calcetines hasta las rodillas, parecen cortinas de tul transparentando su
secreto de espejo alborotado, la sonrisa es el perfil vertical de una sirena en
el mar de tu mirada , acabo extenuado y más que roto suspiro en imaginar. Sólo
me han asesinado como por cuatro veces, lo hicieron ayer y fué a escote, el
dolor recorre por dentro de un surtidor de luz que aniquila pensamientos
sufridos por un pupitre sin pluma ni tinta, sus cielos son ahora infiernos, sus
manos garfios de soledad, su alma, ya no tienen alma las he escrito con letras
maquilladas por la locura de vivir , son mias para siempre esas estrellas que
entornan sus parpados azules para no mirarme, como humo de sombras vierten
lagrimas de mercurio en la quebrada del sortilegio más profundo, sus pasos no
son ahora pasos, son llagas de soledad en sus labios, mis venas son de canela
en rama y por su interior son polisones de dalias los que viajan a un suspiro
de distancia, noches y mañanas con cicatrices de un nacimiento intemporal, como
pensaron que sentirían mi anonimato?, si mis luchas son de eternidad y
arrebato. Fueron cinco las veces que me han matado el caminar, como gusanos los
hago arrastrar y con la cólera de un Dios que sólo sabe castigar, envuelvo sus
miradas ya opacas, por el temporal raudo acaecido, en el desesperar de un
extraño, que entre los cañaverales de sus heridas, transforma el dolor en flor
del alma mia. Como quieren que un alma de poeta , en el confín de un mundo que
rima con destreza los poemas de la vida, sucumba a las iras de la capacidad del
desamor más absoluto, ¿como siquiera piensan que sean mis sueños? , sueños de
realidad más allá de un lamento de palabras encadenadas y sobrevivir a la
belleza de la crisálida de tus ojos color caramelo. Y vuelvo a reposar en la
acera de un desaliento como un pañuelo de vainica fina y es ella ahora la que
recogiéndome del suelo me vuelve a dar vida interior, estoy dentro de ella,,
ahora soy una mujer, contraste inimaginable, nunca había visto el mundo desde
la altura de unos senos como balcón de las miradas, me va a gustar, seguro es
escaso y un destello en el rímel de sus ojos me lleva a caballo hasta su
soportal. Me mataron para que volviera siendo una orgullosa Valkiria de versos
como nunca se habían imaginado, ni tan siquiera en despiertos.
En los maitines se dijo, que quedó su cuerpo fuera en
un vacio y entró tu vida , las letras me abrazaron de soslayo, componiendo una
oda en la que yo era el sonido que hace el viento al resbalar y volvió a soñar
una Valkiria con dedos de acuarela y besos de celofán, que era la muerte y la
vida, su nombre era Montecoro y su alma mi libertad. Y fueron cinco veces, tan
sólo cinco veces, toda una eternidad.
Un día como hoy nací en Catarroja en la calle del
trinquete n. 7, fue hace nueve veces siete, y mi madre dice que parecía un
ángel, cosas de dadoras de vida, un beso mamá, madre, Felipa.