plazita de cielo, maceta de acero, cartilago de halago, camisa de soledad.

sábado, 27 de septiembre de 2014

carta de agua, flor encaramada.



Me cambié el traje sin espejos, pero la luz que envuelve todo lo que toco me hizo luna y tejos, vestía lentejuelas de colores y calzaba tacones de escalera, menstruaba flores en un abanico como de a cinco, soñaba.... y su pecho descansó en mi hombro como un reproche intenso, carta de agua, flor encaramada.

Y me pides versos de lluvia desigual, algo que no te puedo dar, mi vida no me pertenece, es el sueño de un poeta ya muerto por la oscuridad de sentirse libre y la locura de mi luz inunda por doquier el sin sabor de la verdad, pues somos como esas huellas que se acaba llevando las olas del mar, versos ralos, percances y constanzas sin preveer.

Sigue tu camino y vuela a tu destino y cuando escrutes con la mirada de tu alma un suspiro, sedúcelo como si fuera el de un beso perdido, por la consecución de un silencio de esperanza en un prodigio de luz inconmensurable, que sepa decirte como el sólo brillo de una alhaja, ese sorbo de verso en tinaja que hace que se quiebre el sol en tus ojeras y la luna en creciente te conceda, un rebaño de aguas frías,  en el cauce de tu ribera. Esa es la verdad que buscaba un amor que seducirá tu sueño abierto a conjeturas de cerradora espina, yedra roja que troncha ramos de flores que son lagrimas de acero, sólo dolor en este pecho abierto, bórdame una corbata de silencio, desanuda mi piel en el jardín del mar .

Me han asesinado como si fuera un suspiro del pasado más presente, dos veces me han abierto como de reducción a la nada, sus manos se han adentrado buscando esta alma, que conlleva libertad y desesperación. Siendo un posible casi imposible de defender, me han matado hasta por tres veces, han descendido por el tobogán de plata de una madriguera con la luz de una esfera de tres brillos, se han vestido con mi yo más barato y en sus ojos de vacio intenso me he depositado como la conciencia de ser un estereotipo de nostalgia, en el suelo de sus vidas me encuentro con una oscuridad tan escueta como la noche de una mañana, sus besos parecen cartones de soportales con arcos para columpiar niñas de jazmín, de rasgados ojos violetas, sus piernas con calcetines hasta las rodillas, parecen cortinas de tul transparentando su secreto de espejo alborotado, la sonrisa es el perfil vertical de una sirena en el mar de tu mirada , acabo extenuado y más que roto suspiro en imaginar. Sólo me han asesinado como por cuatro veces, lo hicieron ayer y fué a escote, el dolor recorre por dentro de un surtidor de luz que aniquila pensamientos sufridos por un pupitre sin pluma ni tinta, sus cielos son ahora infiernos, sus manos garfios de soledad, su alma, ya no tienen alma las he escrito con letras maquilladas por la locura de vivir , son mias para siempre esas estrellas que entornan sus parpados azules para no mirarme, como humo de sombras vierten lagrimas de mercurio en la quebrada del sortilegio más profundo, sus pasos no son ahora pasos, son llagas de soledad en sus labios, mis venas son de canela en rama y por su interior son polisones de dalias los que viajan a un suspiro de distancia, noches y mañanas con cicatrices de un nacimiento intemporal, como pensaron que sentirían mi anonimato?, si mis luchas son de eternidad y arrebato. Fueron cinco las veces que me han matado el caminar, como gusanos los hago arrastrar y con la cólera de un Dios que sólo sabe castigar, envuelvo sus miradas ya opacas, por el temporal raudo acaecido, en el desesperar de un extraño, que entre los cañaverales de sus heridas, transforma el dolor en flor del alma mia. Como quieren que un alma de poeta , en el confín de un mundo que rima con destreza los poemas de la vida, sucumba a las iras de la capacidad del desamor más absoluto, ¿como siquiera piensan que sean mis sueños? , sueños de realidad más allá de un lamento de palabras encadenadas y sobrevivir a la belleza de la crisálida de tus ojos color caramelo. Y vuelvo a reposar en la acera de un desaliento como un pañuelo de vainica fina y es ella ahora la que recogiéndome del suelo me vuelve a dar vida interior, estoy dentro de ella,, ahora soy una mujer, contraste inimaginable, nunca había visto el mundo desde la altura de unos senos como balcón de las miradas, me va a gustar, seguro es escaso y un destello en el rímel de sus ojos me lleva a caballo hasta su soportal. Me mataron para que volviera siendo una orgullosa Valkiria de versos como nunca se habían imaginado, ni tan siquiera en despiertos.

En los maitines se dijo, que quedó su cuerpo fuera en un vacio y entró tu vida , las letras me abrazaron de soslayo, componiendo una oda en la que yo era el sonido que hace el viento al resbalar y volvió a soñar una Valkiria con dedos de acuarela y besos de celofán, que era la muerte y la vida, su nombre era Montecoro y su alma mi libertad. Y fueron cinco veces, tan sólo cinco veces, toda una eternidad.

Un día como hoy nací en Catarroja en la calle del trinquete n. 7, fue hace nueve veces siete, y mi madre dice que parecía un ángel, cosas de dadoras de vida, un beso mamá, madre, Felipa.

jueves, 25 de septiembre de 2014

somos dos, tan sólo dos, su rima, tu rayo y mi sol



Imagina que soy la niebla que acaricia tu mirada, ese saludo al sol, el brillo que descansa en tu volada, el despertar de una iglesia abandonada.
Que la noche se haga eterna, que llueva entre almendros en flor una mañana sin piernas, una amenaza extensa, un helor, una rama de olivo cruza el horizonte ausente y entre un nudo de venas, un ramillete de versos se hielan en un rio de plata reluciente-. ! Ay astro y universo en el reverso de una poesía enfadada, nadie es sol en la noche helada de mi mirada y es a veces que me abstraigo mirando ramos de gritos, en copas llenas de lagrimas, en jarrones con ríos de agua herniada, en la escucha asombrada por el vuelo escueto de tu falda de sueños bordada y vi la mar en un árbol amarrada. Alerta mía introversión, que una locura en mi, hizo impacto en el cristal, del sueño de tu corazón.
Es amor la distancia?, el titubear de un sueño?, el aspaviento de una mirada?, nadie sabe lo que es amar como yo lo hago, apoteosis de luz y estrellas que son estragos, cuando en el valle de los maniquis de un escaparate, clavas un puñal de sangre en sus labios de marfil granate, de risas sonrisa ejercida en un sin vivir, mañanas sin viento, sin alas para volar, en tu mundo soy un regreso, en el mío una vereda que se impone alzada y ondula las veredas y mis palomas, un misterio, una desilusión improvisada en tu silencio, soy una manga, una corbata, una salida, un beso que se descarta.
Fue una mañana, yacía en el lecho de un sueño abstracto, mirando nubes cargadas de halos, montañas de porcelana, arboles pintados con leves pinceladas de tenues alboradas y allá a lo lejos una mirada amenazada, dulce visión de una ilusión, claridad y tormenta y sin tiempo a despertar una realidad profusa que se me escapaba, era el después de la oscuridad, un arco iris con tu sombra y mi deambular.
Somos dos, sólo dos los que amanecemos entre poemas inventados por mi alma , somos dos, sólo dos, los que sabemos de esas nuevas sombras que preceden al torrente de una mirada, somos dos, sólo dos, los que latimos al unísono en el portal de las torres donde habita la vida, somos dos, tan sólo dos, los que brillan entre una sonrisa y un ansia esbelta, los que sabemos de mentiras y proezas, de sueños y escaleras, los dos vientos que sin valles por los que discurrir hablan con las grandes hojas y las palmeras, las maravillas y las torrenteras, los que sin ser uno, somos dos, sólo dos, su rima, tu rayo y mi sol.

Serenata a la luz de la luna quisiera ser, una mantilla de rejilla perdida en la luz de una bombilla, eternidad entre severas ramas de verde olivo, se fueron los árboles en un momento,o heridas en la puerta de un tormento, canteras de hielo sin escarchar , una copa de vino sin escanciar, un bolero de tino y suavidad y entre las hojas de un caballo rociado de bonito, un veneno por beber, salidas entre puentes de aire curvo, candelas sin llama, un ruido ensordecedor que renunciaba al atronar de su naturaleza, la soledad sin honda me miraba, tanto me miraba, que yo absuelto como un muerto en vida, salí a su encuentro en el ocaso cruento del lidiador de sueños. Por ti soy el árido silencio, la esbelta rareza, la controversia, lo único y diferente, lo nacido de un sueño, el anidar de la noche.
Mis manos manchadas de versos enderezan la mañana que inunda con su fiebre la distancia, madreselvas se acicalan entre mis piernas y es la adelfa la que corona al niño que llevo dentro, cazador de murciélagos y centros, un desdentado trueno, un portento de vida, un dolor , un calidoscopio de mirada eterna, ese color, es la frecuencia de un sonido, la reverberancia de un inga, el parir de ideas extravagantes por urdidas en la ignorancia de la edad, un, dos, tres, el beso es para él.

lunes, 22 de septiembre de 2014

una lira de saliba sonaba a soledad.



La noche precipitó su capa, mientras la botonadura brillaba bajo la luz de la la luna y un remilgo fruncía la boca, en la lejanía un albatros extendía sus alas y su ojo se apoderaba de mi alma.
Duérmete bajo el mido de mi pasión, sostén en tus manos ese jarrón de humo y seda que entrecortas con la voz de un guiño casi precipitado, orillas de rayas y puntos como una imagen apreciarían conmigo tu sonrisa, tus labios de frio viento inundan el alma de uno que estaba ya absorto de amor, solitud, dolor y arrogancia y entre el pelo una estrella rota por el aliento de la luna desenvuelta, oigo rumores de perlas y brumas de estraperlo, caminos con ladrillos de amarillos besos, viven en mi un recuerdos de verdes acequias y caprichos de cielo en la puerta del bar Muria, ese cabañal perdido donde el hocico del rocío de un saciado día de tarquín perdido, sería en

tre tu alma y mi alma atroz un jazmín de bocas lleno, joyas de silbos infinitos me volvían de un frio intenso, pinta colores en nubes como si fueran maquinas de llover sobre el verso de un color añil fugaz como tu espalda, la que lleva estriberas para no caer al precipicio de esos ojos tan profundos como la atalaya de un susurrar sin umbral. Dentro de mi existe una puerta finita, reluciente con goznes de oro y bisagras de soledad, el que pica en su picaporte hace que resuene en su interior un lucero de nostalgia, mis sueños despiertan con besos nuevos que dar a horizontes que se me antojan ya visitados por el caminar atormentado de un alma intemporal y tus ojos brillan como de cristal, juntos los ve la noche esparcida en el sotarral de una luz de neón tan rosa como la lengua de un gato que lame como un chiquillo la luna en el fondo de un charco despierto , silencios que de lentos escaparon, que dan vueltas y huelen a jabón escampado.Y sorprendí al secreto de un efecto que sonríe como una traición, amores fatales que tras una cortina de lluvia verde escondes, mi corazón es un muerto pálido sin casi color, en noches llenas de brillos que contienen la voz de tu flor,  se encuentra lo indecible, la verdad del piano que toca a muerte, con sus manecillas de reloj titánico devuelven una hora que es de sueños y sus números no encuentran el tiempo por llegar, quizás unas alas de silencio se lo llevaron a otra habitación, a otra cita desafortunada, unas letras descienden en cascada, como la dolencia de un corazón amilanado por la soledad, unos tristes baúles conservan lo que fui alguna vez, un coloso, un titán, un portento, lo que nunca dejaré de ser aunque ya no sostengo ni mi propio dolor, un triangulo sin vértices, sin besos como el salto del ángel juzgado, como la delicadeza de un entierro de flores de visita, una permuta ventajista sorprendió tu sueño de caliente sangre roja y como los ojos de un ocelote de vértigo inusual, sus zarpas de oro se desgarran sobre una tela de seda de astracán negro y la silla de madera siente un palpitar, un vuelco, mientras una sonrisa de hielo abierto por el desenlace del velo de la vela sin cara entusiasma al invasivo dolor de estrellas y enseña unos dientes de metal amorfo que dan forma a un velero de luna con vela de acacia desatada, el raso de su ramo desangra una pecera de peces de colores pastel y un lienzo amarillo despeja como de frente un costado aniquilado por una daga de estructura redonda con seno de palancana con el borde azulón perlé, donde se vierten sabores a fresa y magnolias aromáticas desean ser tocadas por las manos de un deseo. Sueño soledades de números sin cifras, veo canales de aguas sin humedad, poseo en llamas el alma de un secundado y entre armillas de un dedo calcificado por el horror, se me dispone el acierto de una higuera blanca como el color de un sentido parapetado en el caballo amoano que todo lo perfila con cascos rojos como el sopor, nunca pensé ser el escenario de una noticia y menos que tus besos fueran de terciopelo como el caminar de un belfo sentenciado. Que bien le sienta la tarde, que profundos ojos enmarañan mi corazón, yo que siempre te espero desolado y hambriento de amor por ti, y tú, con tu frágil figura, desfiguras mi alma de turbulentas noches, cuando te vi lo supe de repente, no podía ser inapetente lo que sentía por tus cielos de nubes descargados, mi amor lloraba como un gruñido de dolor fruncido como tu falda de cuadros afranelados, verdes y azul, mientras unas medias de seda con tonos marinos como mis sueños y unos zapatitos de taconcito cuadrado como las ilusiones alrededor de nuestra juventud, plisaban tu mirada, en mi corazón desbocado navegaba por tus mares azulados, el de tus besos de miel ensangrentados por las heridas inflingidas sin tu querer, en la luna dormía todas las noches con estrellas entre mi pelo y luceros de almohada improvisada acunaban mi fantasía, nunca llegarás a saber lo que en mi interior transformaste, fue como decirle a aquel papel mudo de silencios que sigo estando aquí, mirándote, sintiéndote, lloré de amargura de ser por ti lo que tu querías ver, mi vida la puse a tus pies y entre recuerdos de fantasía un gesto de alegría me devolvió de repente mi vida atada a un fulgor más intenso que mi propia alma y de fondo, una lira de saliva sonaba a soledad.
Una cortina de macarrones de plastico verde colgaba de mis versos, andé sobre las aguas como si fuera una tormenta de tormentos, sin aparente esfuerzo.


Compartir¡Qué sería la vida sin rosas!
Una senda sin ritmo ni sangre,
un abismo sin noche ni día.
Ellas prestan al alma sus alas,
que sin ellas el alma moría,
sin estrellas, sin fe, sin las claras
ilusiones que el alma quería.


Lorca, Garcia Federico.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

la mirada cobre.




Imaginamos lo que somos, o somos lo que imaginamos?, es en el color de la mirada donde reside el secreto de la palabra y es la de color cobre la que determina el sabor de tu mañana..
Me adentré en el suspiro de un camino calzado con esencias de imaginación, de colores tan vivos como su bicicleta lila, la que suspira si te retrasas por comodidad, recorro la senda de una dolencia verde azabache y me elevo por nubes azul electricidad, al fondo de una vista acomplejada devuelvo el saludo al hombre libélula, que `palpita en silencios como de atracar, sus alas son de pegamento satinado por una luna que parpadea con languidez, una tremenda sequoia roja secuencia palabras con patines de ruedas rotas y en las noches amarillas limón se me aparece el monje , el del bastón retorcido por unos nudos en manos de disparatar dibujos y palabras escuetas, su mirada es astuta, tanto que parece hablar lenguas milenarias, yo hago un remolino para poder volar, pero el aire es espeso y me deja caminar sobre nubes verdes y gualdas, los pájaros andan a saltitos de participar y entre sonrientes flores me encuentro desnudo de corazón, mi alma revienta en una explosión nunca escuchada en esta parte de la fantasía, los idos se encogen de hombros como de precipitar y mis versos devuelven la imaginación a piedras que flotan, que son de papel y cartón rizado, no hay agua, es luz lo que parece ese manantial, del que beben ojos con uñas como parpados de ley innata, a lo lejos coinciden la luna y el sol como si fueran inigualables naturalezas y localizo un rincón sin penumbra, algo parecido a desangrar distancias se me apetece irremediable y lucho por mi fatalidad, ejércitos de sonidos caminan sin música , pero obedecen a un solo destino, el de ser palabras que enlazadas hacen suspirar , de mis sueños amanecen estrellas como si fueran confeti de colores llamativos , nada superará aquel sueño perdido en aras de tu visitar por arboles y arroyos de pureza absoluta. De regreso del cenit de un sueño, alarmado por su simplicidad renazco de los bolsillos expuestos de una estatua de barro que asemeja el despertar de la palabra a voz alzada en el silencio, ojala que me la encuentre de repente como una sola cosa indeterminada, que me arrastre haciendo cabriolas en el bosque de espejos de su habitación, donde se pierden los besos de esperos, ramilletes de amapolas rojas como los dedos de un ruiseñor tan personal que se resiste a cantar sin ojos a los que mirar, parpadean con olvidos en las pestañas y las miradas del mar me enseñan que tu nunca fuiste de plata como la luna, tan sólo esperas que salga el sol para que entre las montañas arrugadas de hormigas como estrellas de mar, poderme demostrar que todo fue un impedimento en el camino de lo sencillo y que entre las terrazas de verano con serpentinas de fruta fresca, matizar una calle como si fuera el de un descalzar de mesas abruptas es sumamente sencillo para una sombra, por entre sillas de aluminio brillante aparece como de soledad el joven de la naturaleza puesta , tus ojos brillan como de cristal y la mirada se te vuelve de penumbra. Es en ese instante, cuando reverdece mi interior ocre y como por arte de frenética distancia, acerco a mis ojos una ventana tan lejana como mi indiferencia errática, siempre me sorprende una mirada múltiple que me hiere de muerte, en otras circunstancias sabría discernir su calado, pero me es tan familiar que me da escalofrío su identidad, una tarde de asueto en la que subía y bajaba por un papel pintado con escaleras de incendios de metal romo, me detuve y observé en el fregadero un brillo armónico que parecía ser como el humo de un cigarro de mercurio y tras la ráfaga de ser un viento de cambio me parapeto bajo la cornisa de tus ojos, donde un loro de colores me deja un mensaje en el hombro derecho y allí en el deletreo de neón rosa, está otra vez esa mirada, dadora de inseguridad, flota entre las sombras de edificios que parecen fantasmas de oscuridad, no me deja ya, me ha fijado y parece ser un sueño con objetivo marcado, sin zafarme me abro con las alas de mi corazón y me enfrento al exterminio más absoluto, al cansancio, a la vida enseñada, al amor que sostuve entre mis manos y dejé escapar, a esas flores de vergel indómito, a las caricias de un beso pagado, a los arrabales de mi vida, al ocaso de los regalos precisos y preciosos, los que cada cual se cobra en consecuencia aislada. Esos ojos de ráfagas de enjambres de abejas, que picotean mi figura sin sombra, miran la cruz que arrastro desde aquel día en que bebí de lo prohibido y mancillé mis versos, la libertad no se vende ni tampoco se pudre, sólo en el alma del poeta sin voz, arrima su cuerpo la nostalgia de ser un adalid de humo, una sombra que da la espalda a un sueño, esa que no deja ver la quebrada de la noche, el sudor de los mares que mojan tu soledad, esos terrones que endulzan los pasos de gloria y fracaso. Por cierto, esos ojos son de purpura y sortilegio, de cañada de burbujas de amor, de santísima compaña, son tan conocidos como temidos, se me aparecen como de costado pues si te miran sin soltar suelen ser precisos sin contorno, cuando siento silencio en mi interior, me dejan de mirar y arremeten al sainete de la mañana como estorninos de bandera negra, salve sea ese vacío, ese hueco lleno de nadas y cosido como una alfombra de las de pisar volando, cuando me siento con remanso y siento paz en mi corazón no me mira, ya no me mira, se esconde entre sillas de astilla y rezuma melancolía, esa es la mirada de la vida en si misma, yo que la confundí con la parca y de tanto huir de ella pasé media vida atemorizado por su composición. Sin descaro la mirada se posa en el pecho abierto como pecera de infinita estela y allí me mira antes de acurrucarse en sus garras de oro y comenzar a soñar, yo me introduzco en la cueva con mis alas de plata, al lado del tesoro que escupe burbujas con ojos de caramelo, como los de la deidad que vive fuera y espera otra mañana para amanecer en mi mundo de sueños con la mirada de cobre viejo.
El mundo extraño de la fantasia hace que seamos algo más que un suspiro , podemos ser lo que creamos ser, un salto en el vacío, una gota de rocío en la rosa de un sueño, incluso un recuerdo en un mundo acristalado con un dios tan grande y sabio como un ocelote amaestrado, es cuestión de imaginar, creedme lo demás es artificio, pura artería..

lunes, 15 de septiembre de 2014

lebreros de niebla persiguen mi noche de reyes.




Mi alma es una secuoya inmensa y desnuda, cien taikos sonando a la vez.
Aire curvo, furioso vilo el que me situa en el camino de la imperfección, ese papel de fiesta, dibujo oblongo, paleta de sangre y feria, peso de ciencia y sutura en rojo es lo que me hace ser un vahído, una felicitación, un postergo en el tiempo de las horas muertas, mis sandalias son de polvo y mis piernas un millón de gallos, cuando miro con las manos anchas y los dedos largos , moldeo las figuras que me palpitan, esas que hacen temblar la integridad de un lirio amarillo y blanco, una sombra en el cielo sepulta a un hito, columbarios romanos me desean y cien casas de muñecas se me ofrecen como cortinas a mi soledad, en el fondo se adivinan unas sombras distintas, sin conformar, dos pasos, tres y la melancolía se me derrama como sangre de jazmín a cambio de mi luz de esbelta llama, una escalera hacía el delirio, un pestillo de silencio cierra tu puerta a la vista perdida de los brazos tatuados de la noche, caracoles de brisa vuelan por mi sierra de nieve nueva, descensos a los aperos que retruenan, que esperan a ser de niebla para arar el blanco vientre, la espesura que no es blanda, que es opaca y redonda y entre versos de cristal definitivo se revuelve una alondra,

zarcillos de aire,
cadenas de agua,
pulseras de viento,
caderas de rabia,

indómito dominio del destino de unos baluartes que saben a honor y nostalgia, a sueños de balanza, a migas de tiempo, a estrellas con miedo, lebreros de niebla persiguen mi noche de reyes.
SINGULAR LA ACERA DE AL LADO.
Y dos veces vivo en mi, dos principios de oro y un final sin escribir, canciones que me hacen despertar al relente de la mañana, palomas de dalias parecen los besos de tu caminar, hilos de triana, velas de noche me recuerdan lo que un dia tocaste con tu blancura pequeña, revolera de guirnaldas con lunares y taconcitos de fantasia hacen que sea un pero por descubrir, valentino de nubes quietas, como un cielo tranquilo de vaho tembloroso abro puertas jamás usadas, soy lo que quiero ser con sólo desearlo, una remota posibilidad entre un millón, las lagrimas que lloras, los besos que te han dado, las veces que te han dicho te quiero, el recuerdo de un imposible, el fondo de lo más profundo, una hormiga herida tan sólo soy, para aquellos que me leeis y para los que no, para vosotros que no os gusta que mi hálito empañe vuestra mirada, o sentir el calor abrasador de mis versos recorrer por vuestras venas de cera, e incluso para los que creeis, que con sólo una de mis caricias de tinta, será suficiente para liberar el dolor de tu corazón, el velo que cubre tu alma.
Para todos ellos nada soy y nada tengo, pero vosotros, los que sabeis mirar en mi interior disparatado, los que sentis en albor y apartais las hierbas con la mirada, sabed que os espero con mi cuerpo fugitivo en la rama del laurel, la de agujeros y agua. Singular la acera de al lado, un campo de esperas es mi retina, caricias de azahar.