plazita de cielo, maceta de acero, cartilago de halago, camisa de soledad.

lunes, 8 de septiembre de 2014

que profunda la flor de tu cuchillo




No es en si el olvido recordar?, cuando lo haces es olvido en lo olvidado, una manecilla de reloj ensimismado, el de ese universo escueto a mi pecho encaramado, que es hielo y fuego, perfil de un sueño del que a veces vuelvo vivo y otras caigo muerto, noches de fantasia que en mi alma preño, hormigas furiosas que no tienen dueño.
y fue la poesía enemiga de la nieve, la que le dijo al vaho tenue, ¡Ay Valentino, Valentino, que dolor, que tormento, vivir o morir sin tan siquiera saber, lo que se siente conmigo dentro.
Espera, triste espera, espera espesa, inerte mi suspiro cuando sale a pasear por tus medias de lunas negras y soles verdes, ese, el que se mueve por montañas, por laderas, por valles y jertes y en la mañana torda se echa indolente a dormir, descubriendo que en sus sueños se siente más que muerto , zurdo y diestro, verdad y cuento, desazón la de su alma cuando se mira por dentro, no habrá nadie en el mundo, que entienda el caminar de mi sombra silenciosa, por los arrabales de mil arboles australes, en la lejanía la veo llegar como un huracán, como un sortilegio, como un volcán, ¡Ay no me mires niña marrón, no me mires por favor, que por ti muero cien veces de amor y es en el cañaberal de un cielo de lentejuelas de negro color, donde esparzo ese dolor, el que azota esos duelos, que son para mi, una crucifixión. Craso donaire el de las dos lunas, luces en la ciudad inacabada, sabré de ti en las puertas de mi alma, siempre, bajo ese cielo protector de juncos y cañas, sintiendo sin mi en mi, la sed de la inmortalidad. Cuando aludes a un mundo lleno de contrastes y servicio, un altillo, un rastrillo, una bifurcación de rayos apagados y en soledad perdida, anidas en el alma de las cosas, esas que acaparadas respiran sin más con sueños de mercurio y quita, pelo y vainilla, o quizás son velones como estrellas, una situación.
Lo que tu quieras soy, una sonrisa, una quimera, una noche o una estrella, en la lejanía una colina o una cordillera, en tus labios una copa sin botella y por tu cuerpo ese botón, aquella dorada cremallera. Todo ello, para ti soy y entre soledades y parajes, perdí el alma, tan sólo las palabras me indicaron lo que yo esperaba, una latitud, un mapa, una estampa, era el beso que le di a la luna, el amor que planté en tu duna, la inusitada vela de mi mordaza. He estado perdido por los bosques que te encojen, monstruos con dos cabezas sin proezas que se esconden, paladines de muerte, equilibrio sin suerte, me he proclamado en el adalid de la noche incierta, he visto cuerpos sin alma, versos sin cama donde descubrir sabanas de inquietud, me elegi dos veces entre las columnas rasgadas de los cruentos, dos veces sin lamento, ese tromento de agujas y fuego, de mañanas sin luz, azucenas eran mis ojos y me dolia hasta el respirar, he estado entre los muertos y habia alli más vida que en las arremetidas olas de las cuentas de su collar. Presiento en el borde de mis hojas sentimiento y sensibilidad, parametro de esa impía oscuridad, dos lanzas llevaba clavadas en mi costado, la una a medias , la otra entera como un candado, vernedas y carreteras alcanzaba a ver entre naranjos sin ser, maitines escuchaba en baja voz.- Despierta Valentino, que las rosas se empinan en tu silla para verte volver, respira Valentino, que los cielos quieren dejar de llover, respira, respira Valentino que las manecillas del reloj no te quieren morder, !Ay Valentino, respira hondo, muy hondo que viene de lejos tu despertar y te tienes que repeinar.
Mirar ese gigante que levemente tendido recuenta sus estrellas, la de las baldosas rojas, esas que alimentan las lonjas de todas las noches juntas, bueyes azules sin yuntas aguantan el respirar, vaciando de sus tenues bocas, arcaduces de soledad, mientras cien versos caracolean en mi cintura, cuando eres tu y no yo, la de la bella figura y son estremecidas las estrellas de tus velones, las que hacen que tiemblen como por rosaura una cultura.
Me vuelvo en tres como si fueran cien uvas de bruma ,ese perro apagado que se tumba, la luna que sola se derrumba, desde un triste cielo acobardado.
Que profunda la flor de tu cuchillo.

2 comentarios:

  1. Buenísimo.

    ¿Valentino es un amigo nuestro?

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  2. Las heridas de la soledad no dejan de sangrar, aunque se envuelvan en pétalos de rosa.
    Toni, me voy asomando poco a poco a las nuevas ventanas de los amigos.
    Un beso,
    Estrella

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