plazita de cielo, maceta de acero, cartilago de halago, camisa de soledad.

martes, 9 de septiembre de 2014

cotufas en la mirada y un cambur en el ojal.



Ya no respiran al alba las azucenas de mi alma, ya no resbalan los ecos y los valles en mi silencio, ya son decrepitas sus sombras, un insustancial criterio, flores de colores, bergantín de hielo, una rémora en el mar, ese donde un dia fuimos arena, beso y lodazal.

En la ejemplaridad de un racimo de lunas se encuentra el principio escueto del orbe que un día decidió ser una bola, un mundo, una canica en manos de niños sin astucia, los de vuelos cortos, esos que dan saltitos llenos de rodillas peladas y por sellar, ojos brillantes por la solidez de su hambre, en cuencas sin lagrimas, nace pelo de alambre y muerden a la vida con dientes de leche y bruma, de una mirada de sortijas de agua beben versos de nieve y entre ellos y yo un brabante en postizo, un delirio, un sol flotante, un radiante sortilegio por conquistar, mañanas de hielo con nueves y sietes, paquetes de sueños a la medida de la mendicidad de unas manos que se pierden en la acera de la vuelta y media, meso los mareos que inundan tus pensamientos, las bajas de un dobladillo en el bordillo de la calle principal, esa en donde damas blancas buscan en la oscuridad de un rincón invisible a la vista de un rey que es tortura, cobijo de teja rojiza en su rotura, sin magia ni altura ,una caricatura, mediocre fulgor el de sus manos tocando las nubes de tus cielos terrenales, cien violines de serenata rodean mis cosas quietas de laurel inundadas, mientras la luna entristece, despierta la noche a un broche con tres estrellas morenas, tres alondras a las que les duele el aire, las maneras y la nada, en trece sirven las manos de una caricia, banderas tricolores a la pantomima asolan una vitrina de pasmo e incredulidad, escaparate completado con brotes de hiedra que envenena al rio transformándolo en acequia tarquín , aceituna indolente a esa triada imaginada, a los mil gajos de mi juventud recién cortada, a borbotones corre la sangre del caballo por las suelas de unos zapatos con tacones de polímero rojo "louboutin", el acero de la espada acentúa sus rasgos como una vara que desmorona la explicita sonrisa de un clavel lleno de adelfas en su corazón, mástiles de goma y casas por inventar, arrabales de paja y gorriones de tejas llenos, alzan sus alas con nostalgia y encuentran cielos de humo y terror, enterrados al mar sueñan con traspasar las olas de sal e inundar sus suelos de cañas y fieras, ratio de quita, mundo por sopesar, nada escapa a la estrecha franja del verdugo de oportunidad, allí donde mueren los pájaros y las promesas, el anciano ya no es viejo, el canario sueña con el canto del cisne y entre bares de mal beber me encuentro con la soledad de un hombre, que volviendo del norte sabe que es del sur al que pertenece ese apoteósico final.
Viento de trova por disciplinar, son mis sueños boreales con esparavanes, mis respetos, la manera de mirar en dos, versos de luna en un ramo de palabras con rima, subrayados tres soles en el pecho de una quemadura que reduce a cenizas mi interior espantado, bajan las niñas de mis ojos por la cuesta nacarada, esos poemas de noche y tormenta, la manera de caminar que tiene la muerte de un soldado acorralado, un distingo, un sin vivir. Ay sentirte siempre poderoso en el ordal de un ojo de universo entero, en el baremo de un consejo, en la perdida incontenible de una vida que es muerte en vida del soñar, un mundo, flor en la rama, un Rosal.
Yo que nunca fui poseedor de la vida que vivo, que me fué dada como pago a ser un brillo, una diferencia, un testigo, entre palabras de rio frio naufrago y en unos ojos sin linde me pierdo ,pues ser lo que yo soy es un suplicio y vivir lo que yo vivo, es ser muerte en lo vivido, un silencio, una redada, un martirio sin igual.
Tengo miedo a una alma fría, al peso de tu cadera, a la cura de esta locura que no tiene final,
cotufas en la mirada y un cambur en el ojal.

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