Es mi sangre
mi condena, mi veneno, mi manera de morir.
Un torrente
de luz enardece mi sensibilidad, flores y caras de muerte me sonrien, sillas
con comodines de rosas, cruces y despertares de soles sin memoria cosidos al
lienzo de tu mirada, descansan en mi alma de sorprendencia lacia, entre
bastones, pistilos de azafrán y colibrís de bronce enmudecen las palabras,
ahora habla la percepción de los colores, las formas y las almas que se
alimentan con la belleza plasmada en un ramalazo de genialidad, si pudiera
elegir ser algo, no lo dudaría, querría ser aunque sólo fuera, ajado marco de
un cuadro de Picasso, de Goguen, de Matisse, de Renoir, de Van Gogh , de la
Kahlo, pero sobre todo de una aurora boreal, con dibujos de una campiña de
soles anudados a la intemperie del horizonte estirado, mi corazón tiene su propia
memoria de trino amarillo, en el he presentido lo que significa amar el arte en
su grandeza, yo que fui un despertar abrupto observando la locura del grito de
Munch, el beso enamorado de Klimt, el humo de la gitana que fuma de Manet, el
pudor del Adan y Eva de Lempicka, he visto en su dibujada alma un querer que se
acerca a lo que yo concibo como el marchante de sueños maravillosos que quiero
ser, el leve chasquido que alegra mi mente, el sueño expresado en un beso de
colores enrabietados con lo mundano, con lo superfluo que ameniza la
cotidianidad del no tocado, lagrimas seco de mis ojos viendo llorar a un rio de
sangre, mientras en la esquina me saluda como de listado el toro en blanco y
negro de Pablo el Picasso y una hoja de
laurel flota sobre el mar de mis venas inundadas de acuarelas vivas.. Dentro de
mi cabeza hallo las diferencias que me arrebatan la cordura, la verdad es que
mi intuición es la que domina todos los estimulos que me llegan del exterior y
decido con mi imaginación que es lo que me duele y lo que no, lo que me rompe o
lo que me destroza por doquier, siento en azul las alas del arte, me balanceo
en sus hilos de seda y conexión, repito versos que salen haciendo cabriolas por
cielos que nadie ha visto por derribar y yo los abato mientras ellos abstraen
mis besos de caramelo terso, hablan con mi soledad y descalzos pies pisan por
mis suelos de fino tafetán abriendo caminos que esperaban trazos de genialidad
para ser caminados, portento de portentos, sal en mi boca y en mis ocelos
suavidad, como la de una tórtola que llora en alas y bebe poemas de charcas de
astro perpetuo, mientras las hojas de mis árboles huyen vendadas. Cuando
observo una mirada de arte sublime llamar a mi interior adjudicado por el sueño
de lo bello sobredimensionado e inquieto, intento entablar una conexión
sensorial explicita, si me mira de soslayo, intuyo su forma y su pelo agita mi
interés, determino con una mirada frontal, esos ojos que destellan cuando se
saben latigos directos a mi intelecto en su luz interior, su frescura, su
desparpajo, deduzco sus sueños si me envuelven o me dejan escapar vivo, pero si
desvían la mirada con tímido gesto, se que lo que esconde no me va a hacer
vibrar, algunas obras me hablan en lenguas muertas o incluso en dialectos de
flores que marchitan mi alegria interior, sin embargo hay palabras de viento
que seducen mi corazón de agua de lluvia, esas conversaciones me saben a versos
que deseo plasmar, en mi pecho, en los cristalinos de mis ojos, e incluso en mi
sensitiva lengua de niebla, que libera sabores que llena mi mente de placer
crepuscular, las hay que me escuchan balbucear con un hilo de sensualidad
innata, les deseo libertad, impronta, sueños de agua y canal, sangre carmesí
que a borbotones se entremezcla con mis latidos y mi corazón, hay sangres que
hasta cuando están frias, queman, esas sangres son eternas y sus trazos son y
serán intemporales, eternidad pura.
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