plazita de cielo, maceta de acero, cartilago de halago, camisa de soledad.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

la mirada cobre.




Imaginamos lo que somos, o somos lo que imaginamos?, es en el color de la mirada donde reside el secreto de la palabra y es la de color cobre la que determina el sabor de tu mañana..
Me adentré en el suspiro de un camino calzado con esencias de imaginación, de colores tan vivos como su bicicleta lila, la que suspira si te retrasas por comodidad, recorro la senda de una dolencia verde azabache y me elevo por nubes azul electricidad, al fondo de una vista acomplejada devuelvo el saludo al hombre libélula, que `palpita en silencios como de atracar, sus alas son de pegamento satinado por una luna que parpadea con languidez, una tremenda sequoia roja secuencia palabras con patines de ruedas rotas y en las noches amarillas limón se me aparece el monje , el del bastón retorcido por unos nudos en manos de disparatar dibujos y palabras escuetas, su mirada es astuta, tanto que parece hablar lenguas milenarias, yo hago un remolino para poder volar, pero el aire es espeso y me deja caminar sobre nubes verdes y gualdas, los pájaros andan a saltitos de participar y entre sonrientes flores me encuentro desnudo de corazón, mi alma revienta en una explosión nunca escuchada en esta parte de la fantasía, los idos se encogen de hombros como de precipitar y mis versos devuelven la imaginación a piedras que flotan, que son de papel y cartón rizado, no hay agua, es luz lo que parece ese manantial, del que beben ojos con uñas como parpados de ley innata, a lo lejos coinciden la luna y el sol como si fueran inigualables naturalezas y localizo un rincón sin penumbra, algo parecido a desangrar distancias se me apetece irremediable y lucho por mi fatalidad, ejércitos de sonidos caminan sin música , pero obedecen a un solo destino, el de ser palabras que enlazadas hacen suspirar , de mis sueños amanecen estrellas como si fueran confeti de colores llamativos , nada superará aquel sueño perdido en aras de tu visitar por arboles y arroyos de pureza absoluta. De regreso del cenit de un sueño, alarmado por su simplicidad renazco de los bolsillos expuestos de una estatua de barro que asemeja el despertar de la palabra a voz alzada en el silencio, ojala que me la encuentre de repente como una sola cosa indeterminada, que me arrastre haciendo cabriolas en el bosque de espejos de su habitación, donde se pierden los besos de esperos, ramilletes de amapolas rojas como los dedos de un ruiseñor tan personal que se resiste a cantar sin ojos a los que mirar, parpadean con olvidos en las pestañas y las miradas del mar me enseñan que tu nunca fuiste de plata como la luna, tan sólo esperas que salga el sol para que entre las montañas arrugadas de hormigas como estrellas de mar, poderme demostrar que todo fue un impedimento en el camino de lo sencillo y que entre las terrazas de verano con serpentinas de fruta fresca, matizar una calle como si fuera el de un descalzar de mesas abruptas es sumamente sencillo para una sombra, por entre sillas de aluminio brillante aparece como de soledad el joven de la naturaleza puesta , tus ojos brillan como de cristal y la mirada se te vuelve de penumbra. Es en ese instante, cuando reverdece mi interior ocre y como por arte de frenética distancia, acerco a mis ojos una ventana tan lejana como mi indiferencia errática, siempre me sorprende una mirada múltiple que me hiere de muerte, en otras circunstancias sabría discernir su calado, pero me es tan familiar que me da escalofrío su identidad, una tarde de asueto en la que subía y bajaba por un papel pintado con escaleras de incendios de metal romo, me detuve y observé en el fregadero un brillo armónico que parecía ser como el humo de un cigarro de mercurio y tras la ráfaga de ser un viento de cambio me parapeto bajo la cornisa de tus ojos, donde un loro de colores me deja un mensaje en el hombro derecho y allí en el deletreo de neón rosa, está otra vez esa mirada, dadora de inseguridad, flota entre las sombras de edificios que parecen fantasmas de oscuridad, no me deja ya, me ha fijado y parece ser un sueño con objetivo marcado, sin zafarme me abro con las alas de mi corazón y me enfrento al exterminio más absoluto, al cansancio, a la vida enseñada, al amor que sostuve entre mis manos y dejé escapar, a esas flores de vergel indómito, a las caricias de un beso pagado, a los arrabales de mi vida, al ocaso de los regalos precisos y preciosos, los que cada cual se cobra en consecuencia aislada. Esos ojos de ráfagas de enjambres de abejas, que picotean mi figura sin sombra, miran la cruz que arrastro desde aquel día en que bebí de lo prohibido y mancillé mis versos, la libertad no se vende ni tampoco se pudre, sólo en el alma del poeta sin voz, arrima su cuerpo la nostalgia de ser un adalid de humo, una sombra que da la espalda a un sueño, esa que no deja ver la quebrada de la noche, el sudor de los mares que mojan tu soledad, esos terrones que endulzan los pasos de gloria y fracaso. Por cierto, esos ojos son de purpura y sortilegio, de cañada de burbujas de amor, de santísima compaña, son tan conocidos como temidos, se me aparecen como de costado pues si te miran sin soltar suelen ser precisos sin contorno, cuando siento silencio en mi interior, me dejan de mirar y arremeten al sainete de la mañana como estorninos de bandera negra, salve sea ese vacío, ese hueco lleno de nadas y cosido como una alfombra de las de pisar volando, cuando me siento con remanso y siento paz en mi corazón no me mira, ya no me mira, se esconde entre sillas de astilla y rezuma melancolía, esa es la mirada de la vida en si misma, yo que la confundí con la parca y de tanto huir de ella pasé media vida atemorizado por su composición. Sin descaro la mirada se posa en el pecho abierto como pecera de infinita estela y allí me mira antes de acurrucarse en sus garras de oro y comenzar a soñar, yo me introduzco en la cueva con mis alas de plata, al lado del tesoro que escupe burbujas con ojos de caramelo, como los de la deidad que vive fuera y espera otra mañana para amanecer en mi mundo de sueños con la mirada de cobre viejo.
El mundo extraño de la fantasia hace que seamos algo más que un suspiro , podemos ser lo que creamos ser, un salto en el vacío, una gota de rocío en la rosa de un sueño, incluso un recuerdo en un mundo acristalado con un dios tan grande y sabio como un ocelote amaestrado, es cuestión de imaginar, creedme lo demás es artificio, pura artería..

1 comentario: