Imaginamos
lo que somos, o somos lo que imaginamos?, es en el color de la mirada donde
reside el secreto de la palabra y es la de color cobre la que determina el
sabor de tu mañana..
Me adentré
en el suspiro de un camino calzado con esencias de imaginación, de colores tan
vivos como su bicicleta lila, la que suspira si te retrasas por comodidad,
recorro la senda de una dolencia verde azabache y me elevo por nubes azul electricidad,
al fondo de una vista acomplejada devuelvo el saludo al hombre libélula, que
`palpita en silencios como de atracar, sus alas son de pegamento satinado por
una luna que parpadea con languidez, una tremenda sequoia roja secuencia
palabras con patines de ruedas rotas y en las noches amarillas limón se me
aparece el monje , el del bastón retorcido por unos nudos en manos de
disparatar dibujos y palabras escuetas, su mirada es astuta, tanto que parece
hablar lenguas milenarias, yo hago un remolino para poder volar, pero el aire
es espeso y me deja caminar sobre nubes verdes y gualdas, los pájaros andan a
saltitos de participar y entre sonrientes flores me encuentro desnudo de
corazón, mi alma revienta en una explosión nunca escuchada en esta parte de la
fantasía, los idos se encogen de hombros como de precipitar y mis versos
devuelven la imaginación a piedras que flotan, que son de papel y cartón
rizado, no hay agua, es luz lo que parece ese manantial, del que beben ojos con
uñas como parpados de ley innata, a lo lejos coinciden la luna y el sol como si
fueran inigualables naturalezas y localizo un rincón sin penumbra, algo
parecido a desangrar distancias se me apetece irremediable y lucho por mi
fatalidad, ejércitos de sonidos caminan sin música , pero obedecen a un solo
destino, el de ser palabras que enlazadas hacen suspirar , de mis sueños
amanecen estrellas como si fueran confeti de colores llamativos , nada superará
aquel sueño perdido en aras de tu visitar por arboles y arroyos de pureza
absoluta. De regreso del cenit de un sueño, alarmado por su simplicidad renazco
de los bolsillos expuestos de una estatua de barro que asemeja el despertar de
la palabra a voz alzada en el silencio, ojala que me la encuentre de repente
como una sola cosa indeterminada, que me arrastre haciendo cabriolas en el
bosque de espejos de su habitación, donde se pierden los besos de esperos,
ramilletes de amapolas rojas como los dedos de un ruiseñor tan personal que se
resiste a cantar sin ojos a los que mirar, parpadean con olvidos en las
pestañas y las miradas del mar me enseñan que tu nunca fuiste de plata como la
luna, tan sólo esperas que salga el sol para que entre las montañas arrugadas
de hormigas como estrellas de mar, poderme demostrar que todo fue un
impedimento en el camino de lo sencillo y que entre las terrazas de verano con
serpentinas de fruta fresca, matizar una calle como si fuera el de un descalzar
de mesas abruptas es sumamente sencillo para una sombra, por entre sillas de
aluminio brillante aparece como de soledad el joven de la naturaleza puesta ,
tus ojos brillan como de cristal y la mirada se te vuelve de penumbra. Es en
ese instante, cuando reverdece mi interior ocre y como por arte de frenética
distancia, acerco a mis ojos una ventana tan lejana como mi indiferencia
errática, siempre me sorprende una mirada múltiple que me hiere de muerte, en
otras circunstancias sabría discernir su calado, pero me es tan familiar que me
da escalofrío su identidad, una tarde de asueto en la que subía y bajaba por un
papel pintado con escaleras de incendios de metal romo, me detuve y observé en
el fregadero un brillo armónico que parecía ser como el humo de un cigarro de
mercurio y tras la ráfaga de ser un viento de cambio me parapeto bajo la
cornisa de tus ojos, donde un loro de colores me deja un mensaje en el hombro
derecho y allí en el deletreo de neón rosa, está otra vez esa mirada, dadora de
inseguridad, flota entre las sombras de edificios que parecen fantasmas de
oscuridad, no me deja ya, me ha fijado y parece ser un sueño con objetivo
marcado, sin zafarme me abro con las alas de mi corazón y me enfrento al
exterminio más absoluto, al cansancio, a la vida enseñada, al amor que sostuve
entre mis manos y dejé escapar, a esas flores de vergel indómito, a las
caricias de un beso pagado, a los arrabales de mi vida, al ocaso de los regalos
precisos y preciosos, los que cada cual se cobra en consecuencia aislada. Esos
ojos de ráfagas de enjambres de abejas, que picotean mi figura sin sombra,
miran la cruz que arrastro desde aquel día en que bebí de lo prohibido y
mancillé mis versos, la libertad no se vende ni tampoco se pudre, sólo en el
alma del poeta sin voz, arrima su cuerpo la nostalgia de ser un adalid de humo,
una sombra que da la espalda a un sueño, esa que no deja ver la quebrada de la
noche, el sudor de los mares que mojan tu soledad, esos terrones que endulzan
los pasos de gloria y fracaso. Por cierto, esos ojos son de purpura y
sortilegio, de cañada de burbujas de amor, de santísima compaña, son tan
conocidos como temidos, se me aparecen como de costado pues si te miran sin
soltar suelen ser precisos sin contorno, cuando siento silencio en mi interior,
me dejan de mirar y arremeten al sainete de la mañana como estorninos de
bandera negra, salve sea ese vacío, ese hueco lleno de nadas y cosido como una
alfombra de las de pisar volando, cuando me siento con remanso y siento paz en
mi corazón no me mira, ya no me mira, se esconde entre sillas de astilla y
rezuma melancolía, esa es la mirada de la vida en si misma, yo que la confundí
con la parca y de tanto huir de ella pasé media vida atemorizado por su
composición. Sin descaro la mirada se posa en el pecho abierto como pecera de
infinita estela y allí me mira antes de acurrucarse en sus garras de oro y
comenzar a soñar, yo me introduzco en la cueva con mis alas de plata, al lado
del tesoro que escupe burbujas con ojos de caramelo, como los de la deidad que
vive fuera y espera otra mañana para amanecer en mi mundo de sueños con la
mirada de cobre viejo.
El mundo
extraño de la fantasia hace que seamos algo más que un suspiro , podemos ser lo
que creamos ser, un salto en el vacío, una gota de rocío en la rosa de un
sueño, incluso un recuerdo en un mundo acristalado con un dios tan grande y
sabio como un ocelote amaestrado, es cuestión de imaginar, creedme lo demás es
artificio, pura artería..
Simplemente magistral !
ResponderEliminarUn cordial saludo
Mark de Zabaleta